Los nuevos modelos de negocio de internet de las cosas
La Transformación digital consiste, en hacer normal en una empresa lo que es normal en la calle.
Nos encontramos en la conocida era digital, un entorno totalmente cambiante, incierto, ambiguo e inestable que nos obliga a ser más rápidos que la competencia para detectar necesidades y aprovecharlas para generar nuevos modelos de negocio.
Tampoco nos pasemos, se puede “morir de éxito”, el curioso caso que le ha sucedido a GoPro, el visionario que desbancó a Kodak y no ha sabido mantenerse en la cresta de la ola. Desde luego, la transformación digital genera demasiada euforia y debemos pisar con calma, pero sin pausa.
La transformación digital, contiene en su propio nombre el factor tecnológico. Y,
no porque sea necesario el uso de tecnologías o digitalización para llevarla a cabo, sino que, gracias a los instrumentos digitales, el proceso de conversión será mucho más veloz y rápido que en ocasiones pasadas. Asimismo, esta nueva etapa se caracteriza por la rapidez de la conversión al cambio, la simplicidad apoyada de tecnología y a un exponencial crecimiento de los recursos y los datos.
Puedo indicar como ejemplo la red social de búsqueda de relaciones;
Tinder. Citas a un click. El usuario solo debe responder a una pregunta: Me gusta o no me gusta, para poder tener una cita. Más fácil imposible. Fácil y fugaz, ya que el plazo de duración de estas relaciones virtuales es de 3 días y promueve el nuevo término acuñado como: “
Síndrome de Tinderella”, facilidad de relacionarse en medios
online pero fracasos personales en la vida real (
offiline).
Y, sobre todo, exponencial. No olvidemos la profunda revolución industrial que se produjo a comienzos del siglo XX con la irrupción del coche a motor, en aquella ocasión se tardaron bastantes años para conseguir una profunda transformación de los modelos de negocio; actualmente en 2 o 3 años, Uber o Airbnb han supuesto una conversión total de algunos sectores como el del transporte o el ámbito inmobiliario y hotelero.
Toda transformación proviene de un cambio en los hábitos de consumo.
Las personas no nos relacionamos igual, no consumimos igual y tampoco buscamos satisfacer las mismas necesidades.
Hace tan solo unos años, la posesión de un buen reloj, era sinónimo de distinción y poder. Seguro que conoce la famosa marca de relojes suizos de lujo “
Tag Heuer”. Los prestigiosos relojes que constituyen una distinción para su dueño, se enfrentan a la tecnología de los
Smart watches.
Relojes inteligentes conectados a su smartphone y que contienen muchas funciones para el día a día, incluso son útiles para hacer deporte, para toda situación. Los
smartwatches son usados por jóvenes, deportistas e incluso altos directivos. Lo de mostrar “status” o “distinción” por medio de bienes de consumo, está “
demodé”. Los
Smart watches también se lucen como signo de pertenencia tribal, como signo de adaptación al entorno. En algunos casos, para mostrar que conectas con la tecnología y que haces uso de ella.
Y es que, ahora llevar un
Smart watch en una organización está incluso bien visto, cierto es que ha habido un cambio en ese sentido.
“Tag Heuer” identificó esa necesidad y dio un giro radical a su negocio:
comenzó a diseñar smartwatches. La gestión del cambio fue curiosa: aumentó el precio de sus lujosos y elegantes relojes de diseño, diferenciándose claramente de su competencia, e invirtió tecnología en desarrollo de los nuevos
Smart watches.
¿La estrategia? Ofreció la oportunidad de devolver el
smartwatch en un determinado plazo de tiempo (recordemos que la duración de los negocios en la era digital es reducida) por uno de sus tradicionales relojes, cuyo principal activo es el paso entre generaciones.
¿Devolución? Ya se viene haciendo en sector retail, donde
Mango te da la posibilidad de devolver tu ropa usada a cambio de un % para próximas compras.
Uno de los hábitos más comunes en “la calle” que se hará normal dentro de las empresas, son los dispositivos conectados a internet: Lo que llamamos
Internet of Things.
Todo lo que pueda ser conectado será conectado, una de las reglas de oro de la digitalización. Comenzamos conectando personas por medio de internet, conectando procesos, y por último cosas.
Internet of things puede suponer un cambio radical en el control de la demanda energética.
Actualmente existen enchufes inteligentes que conectan todos los aparatos de tu hogar a internet, haciendo posible encender remotamente la lavadora o la calefacción desde la oficina, en horas de menor tarifa de consumo.
El poder del usuario en la selección de la franja horaria, supondrá una tendencia hacia las tarifas planas y a la creación de nuevo plan de negocio para las compañías de energía.
No muy a largo plazo, estimo que los proveedores de servicios normalizarán sus modelos a la normalidad de la calle. Lavadoras en alquiler y venta de servicios de lavado en casa por parte de las eléctricas. ¿Por qué no? Negociaciones de arbitraje eléctrico, por supuesto.
En la calle es completamente normal no poseer bienes de consumo. Uber, la mayor red de transporte no tiene vehículos, Airbnb no tiene inmuebles, Netflix oferta tarifa plana de acceso a material audiovisual…. En un máximo de 5 años, muchos de los antiguos modelos se habrán reinventado, hacia un punto de no retorno.
En definitiva, la gestión del cambio no es complicada. Se trata de desconectar modelos de negocio antiguos utilizando la simplicidad de lo normal.
Y desde luego, la conectividad, reina la normalidad.