El coronavirus ha agudizado la picaresca de muchos delincuentes y han aparecido nuevas innovaciones en los delitos telemáticos caracterizadas por aprovechar el caos, necesidad y miedo de los ciudadanos.
El uso de las nuevas tecnologías no solo ha favorecido la continuidad de negocios,
por medio del teletrabajo, o la impartición de docencia reglada o formación diversa a través de nuestras pantallas y sin tener que desplazarnos, sino también ha servido para sembrar el pánico y desconcierto ante decenas de afectados por delitos de phising, adaptados a estas nuevas circunstancias.
¿Cuáles han sido los delitos más comunes durante el confinamiento?
Phishing:
Este delito, consiste en suplantar o “hacerse pasar” por un organismo público (como por ejemplo, la Agencia Tributaria o Ministerio de Trabajo), informando de la aprobación de unas ayudas económicas, suspensión de plazos de impuestos, etc… con el objetivo de hacerte pinchar en los enlaces que te proporcionan y robarte claves, contraseñas bancarias o información personal.
Uno de los más famosos que circula en la red, es el de un correo electrónico supuestamente remitido por la Agencia Tributaria en el que se informa sobre el cobro de las prestaciones. Claro que para informarse hay que pinchar un misterioso enlace y dar tus datos personales…
Smishing:
Fraude cometido con el uso del teléfono móvil. Desde la implantación de la firma o “pin móvil”, este dispositivo se usa para recibir códigos vía SMS y poder verificar cuentas, operaciones bancarias o trámites en la Administración.
Uno de los más comunes es el envío de un falso SMS a nuestro teléfono móvil, solicitando unos datos personales para agilizar o comprobar el cobro de los ERTE. No hay que caer en este tipo de estafas, que además de apropiarse de nuestros datos y contraseñas, pueden ocasionar graves perjuicios.
Como dato, el trabajador no debe aportar ningún tipo de dato en la tramitación del ERTE, ya que todo lo que se necesita por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) lo realiza la empresa directamente.
Malware o coronavirus:
El ya conocido malware pero adaptado a las necesidades del coronavirus. Nos ofrecen descargar un programa informático o app que contiene el virus, y mientras creemos que controlan nuestra salud, nos controlan a nosotros. Esta práctica puede provocar el robo de datos bancarios, tarjetas de crédito y otros datos económicos, que es lo que realmente les renta y buscan este tipo de delincuentes.
Estafas y ciberestafas:
Se han producido muchas de ellas aprovechando la situación de crisis de salud y los medios tecnológicos:
- Las ventas de mascarillas o test rápidos, cuando escaseaban, a través de internet. Una vez producido el pago del precio, desaparecían, no contestaban a las reclamaciones y, por supuesto, el material nunca llegaba.
- Las peticiones de donativos por Bizum o cuentas corrientes en otros países. Generalmente, si no es una institución conocida, hay que tener mucho cuidado para saber dónde acaba realmente el dinero.
- La personación de personas que se hacen pasar por médicos o enfermeros en domicilios de personas, mayoritariamente de determinada edad, con la excusa de realizar los test o llevar un control de la pandemia. Una estafa perpetrada al principio de esta pandemia, cuando todavía había mucha desinformación al respecto.
¿Cómo se sanciona a estos estafadores?
Pues dependerá de la cuantía estafada. Si es menor de 400 euros, se impondrán multas de uno a tres meses con una cuota diaria de entre 2 y 400€. Si son superiores a 400 euros, los delincuentes podrán ser condenados a penas de prisión de entre 6 meses a tres años.
Si la estafa afecta a múltiples víctimas, el autor ha sido condenado por 3 delitos de estafa, apropiación indebida, administración desleal o defraudación previamente, se considera que el delito es de “
especial gravedad” y será castigada con penas de prisión de entre 1 a 6 años, y multa de 6 a 12 meses.
, apropiación indebida, administración desleal o defraudación de fluido previamente, o bien porque la estafa recaiga sobre bienes de reconocida utilidad social.
¿Y qué puedo hacer?
Ante todo verificar la información con el canal oficial. Si nos llega un correo electrónico o una llamada de Iberdrola, comprobar llamando a sus números oficiales que efectivamente nos han llamado ellos. Las páginas web y teléfonos de información e las Administraciones Públicas, publican de forma periódica información de interés respecto trámites y novedades.
Si a pesar de eso somos víctima de las
coronaestafas, debemos contactar directamente por la Unidad de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil o Policía Nacional para proceder a su investigación y alerta a la población.
No debemos bajar la guardia en estos tiempos, en los que es muy fácil estafar desde el anonimato y sin vernos las caras. Las épocas de crisis, incertidumbre y miedo acentúan mucho más este tipo de prácticas. Una vez pasada esta primera ola de contagios, comenzaran las estafas económicas en mayor dimensión.