Microrrelato publicado en «Ok Diario» que explica el uso y beneficios de las fichas de estiba en el transporte, así como los problemas cotidianos a los que se enfrenta el transportista.
«El ceño de Ángel, parecía más bien un profundo y oscuro cañón de río. Allí estaba, delante de Dionisio, con los brazos a modo de taza y las piernas abiertas como las de un pistolero de Kentucky. Dionisio por poco se muere al verlo.
– Hombre, Ángel, ¿qué tal?- dijo Dionisio cuando entró a cargar su camión al almacén de Ángel.
– ¿QUE QUÉ TAL? Mira, porque tengo una falta de conductores que sino…
– Ángel, es que era la primera vez que cargaba maquinaria y a mí nadie me había enseñado cómo atarla.
– ¡Tú eres el profesional! ¡Tú tienes que saber cómo se sujeta una carga! ¿Y sabes qué te digo? ¡Que la primera y la última! – aseveró Ángel.
Ese día, Dionisio había tenido un percance con una maquinaria que había cargado por la mañana. Apretó demasiado varios de los cables, una de las piezas partió por la mitad, cayó a la carretera y no pasó una desgracia porque Dios no lo quiso.
Dionisio resopló y miró con tristeza a la puerta. “Que yo soy el profesional y que tengo que saber cómo se sujeta una carga”. Dionisio repasó mentalmente su formación en la autoescuela y los primeros pasos en su actual empresa. A él nunca nadie le enseñó nada. ¿Cómo se supone que debía haber aprendido a sujetar cualquier tipo de carga? Ni los libros de la CAP ni nada de nada, además, el responsable de la estiba era el cargador, ya lo escuchó decir a Eva Hernández Ramos, abogada referente en estos temas».
Continúa la aventura de Dionisio aquí: El ángel de la estiba (okdiario.com)
